Habana Secreta / Julio 2014 por Janet Ortiz Vian

Habana Secreta / Julio 2014 por Janet Ortiz Vian

En lo más íntimo de una sensibilidad entrenada por la poesía y la música, nacen estos cuadros. Su autora, Silvia Rodríguez Rivero, abrasada por una pasión ardiente como esas que solo despierta los trances del amor, ha descubierto la magia del lenguaje pictórico y se ha propuesto sin prejuicios conquistarlo. Es auténtica su entrega, lo cual explica el misterio de su fiebre creativa y su necesidad imperiosa de expresarse.

Descarga habanera para visitantes afortunados / Sobre performance realizado con Zaida del Río (Mayo 2014) por Rachel D. Rojas

Descarga habanera para visitantes afortunados / Sobre performance realizado con Zaida del Río (Mayo 2014) por Rachel D. Rojas

Aquello, sin grandes pretensiones —como en la sala del hogar—, fue el gesto de los artistas para celebrar el Día Internacional de la Mujer; uno genuino, después de tanta postal manida, de reiteraciones sobre lo que significa ser “la reina” del hogar y mayor sarta de encasillamientos.

Como el agua misma / Sobre performance realizado con Zaida del Río (Mayo 2014)

Como el agua misma / Sobre performance realizado con Zaida del Río (Mayo 2014)

Una de las actividades principales que tiene lugar con motivo de la conmemoración del Centenario de Cintio Vitier, es la presentación de una exposición personal de la artista Silvia Rodríguez Rivero en la Sala El Reino de este Mundo, de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí. Esto no sólo constituye un feliz acontecimiento que exalta el lazo familiar y espiritual de la pintora con el poeta, y de este con la institución que le fue tan cercana y querida, sino que llena de luz y de colores esta celebración.

Epifanías de Silvia R. Rivero / Sobre la exposición Primeras Miradas (Diciembre 2013) por Abel Prieto

Epifanías de Silvia R. Rivero / Sobre la exposición Primeras Miradas (Diciembre 2013) por Abel Prieto

El poema “El bello niño” de Fina García-Marruz tiene tres personajes principales: la Mujer-Madre, el Niño y algo más difuso que podríamos llamar el Paisaje, en su versión fantástica, placentera, jamás fragmentada, que la infancia nos permite imaginar y vivir plenamente, y en aquella que se reserva a los adultos, ambigua, rota, marcada por la idea de lo perecedero y de la muerte. En su prédica, la Mujer-Madre explica al Niño, con serenidad, conteniendo juiciosamente la angustia, los privilegios (efímeros) de su edad, de su manera de ver y sentir, y qué ganará y qué perderá con el tiempo:

AMOR EN POLVO DE LUZ por Maikel José Rodríguez Calviño

AMOR EN POLVO DE LUZ por Maikel José Rodríguez Calviño

Numerosos teólogos y devotos han señalado en múltiples ocasiones el profundo carácter maternal del cristianismo. Sin lugar a dudas, la Virgen María ocupa un lugar fundamental en el corazón de todo católico. Su imagen, tierna y juvenil, nos acompaña siempre por el camino de la vida. Basta con recordar la infinidad de advocaciones marianas que se conocen y veneran en la actualidad: la Mater Dolorosa, Nuestra Señora de las Nieves, la Inmaculada Concepción, la Virgen del Loreto, la Virgen de la Caridad; son tantas, que sería imposible enumerarlas. ¿A qué se debe la veneración incondicional que sentimos por ella? La respuesta es sencilla: María representa la madre nutricia que cuida y protege, cuyo corazón, herido por una corona de espinas, vestido con las llamas de la entrega sin límites y de la obediencia oportuna, consuela en los momentos de dolor y nos colma de bienaventuranzas. María es capaz de olvidar el olvido, de recibirnos siempre con los brazos abiertos, de aplacar nuestra ira, de ayudarnos a reconocer los errores. María es cálido hogar, agua que refresca las sienes, alimento que arrebata el hambre, es silencio y paz.