Plegarias de acrílico y bronce – Exposición de Silvia R. Rivero
Fuente: Noticias Arte Cubano. Enero 2025Artículo de Maikel José Rodríguez Calviño «Devociones» es el título de la muestra bipersonal que la Casa Vitier García-Marruz ha organizado para, entre conciertos, artes plásticas y conferencias, celebrar su primer aniversario. Protagonizada por Silvia Rodríguez Rivero y René Alejandro Noa García, la propuesta vincula pintura y escultura en una…
Fuente: Noticias Arte Cubano. Enero 2025
Artículo de Maikel José Rodríguez Calviño
«Devociones» es el título de la muestra bipersonal que la Casa Vitier García-Marruz ha organizado para, entre conciertos, artes plásticas y conferencias, celebrar su primer aniversario. Protagonizada por Silvia Rodríguez Rivero y René Alejandro Noa García, la propuesta vincula pintura y escultura en una suerte de invocación a cuatro manos centrada en problemáticas sociales de la Cuba actual y nuestra proverbial religiosidad.

A la Silvia pintora la conocemos más. Sus lienzos, dípticos y trípticos, cargados de lirismo y belleza, nos transportan a las marginalia medievales, reducto de seres fantásticos, celestiales, evanescentes, que entremezclan lo humano y lo sobrenatural, lo terrenal y lo divino. Es ella una artista profundamente emotiva que ha encontrado en lo bidimensional una forma de expresión sincera y muy personal, sin grandes ambiciones. Silvia pinta porque lo necesita su alma, de ahí la profunda carga espiritual presente en cuanto nos ha ofrecido hasta el momento.

Sin embargo, con «Devociones» experimenta un salto a la escultura de bronce, y lo hace guiada por Noa, santiaguero de pura cepa ya reconocido en diversos certámenes nacionales, entre ellos el II Salón de Arte Contemporáneo René Valdés Cedeño, que el pasado año convocara la Fundación Caguayo. Esta convivencia de poéticas e ideas, esta comunión de intereses expresivos y afanes por reflejar cuestiones medulares que nos atañen hoy como Nación confluyen en una curaduría, a cargo de Moraima Clavijo, que no pudiéramos considerar religiosa in stricto sensu, aunque centra la mirada en la espiritualidad, en el inasible lugar donde habitan nuestros anhelos, deseos, esperanzas, y también nuestras angustias y dolores ante una realidad cada vez más incierta y deteriorada.
Especialista en la técnica escultórica de la cera perdida, Noa se ha apropiado de elementos iconográficos presentes en la imaginería católica para construir delicadas metáforas de sobre migración, soledad, desarraigo, insularidad e infancia perdida. El camino del héroe, nuestra veneración respetuosa hacia advocaciones cristíferas y marianas (el Sagrado Corazón de Jesús, la Virgen de la Caridad del Cobre, representaciones de Cristo niño), conviven con nimbos, querubines, caracoles, siluetas del mapa cubano, remos, manos devenidas en navíos, llaves, barquitos y aviones de papelen esculturas de mediano formato, un tanto surrealizantes, que no desprecian lo instalativo, el ensamblaje o la incorporación de materiales tradicionalmente considerados extraartísticos, como la propia cera. Incluso concibe obras destinadas a la interacción con el público. Sin ser objetos destinados a la veneración respetuosa (no han sido hechos para cumplir ninguna de las funciones propias del arte religioso católico ni preparadas al efecto) pueden convertirse en depositarios de nuestras más íntimas aspiraciones con el simple hecho de encender una vela a sus pies.

Luego, en gran parte de las esculturas realizadas por Silvia nos encontramos ese quisquilloso decorativismo también presente en sus pinturas; afán por el ornamento puntual que Alejandro también comparte. Asimismo, nos muestra nociones o ideas recurrentes en el universo pictórico de la artista: el amor como vía para regresar a la juventud (o jamás perderla, a pesar de los años), alegorías a la pintura o al proceso creativo, tributos a La Habana, una campana que nos invita a (re)encontrarnos con nuestras esencias más puras, una virgen transformada en barco (madre salvífica que protege a sus hijos antes, durante y después del naufragio), llamados a la solidaridad en tiempos difíciles y, como cabría esperar, referencias a la música sacra compuesta por José María Vitier. A propósito, entre las ideas más interesantes de la curaduría (a cargo de Moraima Clavijo) y, por consiguiente, de la museografía, cuenta la posibilidad de descubrir decenas de conexiones visuales entre los lienzos y los bronces de Silvia, y entre estas y las piezas de Noa. Todo conforma un tejido simbólico con similitudes y diferencias, en el que podemos distinguir claramente la maniera de cada uno y, a la vez, puntos de contacto, similitudes, intereses y sentimientos comunes.
Por conversaciones que he sostenido con los creadores me consta que el proceso de conformación de «Devociones» ha sido una tarea titánica, una lucha contra la precariedad y el tiempo entre La Habana y Santiago de Cuba, entre el fuego y el metal licuado. También, un proceso de aprendizaje para la artista, siempre dispuesta a la experimentación; la oportunidad para Noa de transmitir parte de lo que ha aprendido en su trabajo como escultor y, por si fuera poco, la posibilidad, al fin concretada, de exponer ambos durante la 15 Bienal de La Habana.
En un entorno visual donde no abunda la escultura, especialmente rubricada por mujeres, «Devociones» cautiva y sorprende. He aquí una muestra que debiera trascender el marco donde se expone y visitar otras provincias e instituciones del país. Asimismo, aplaudo que la Casa Vitier-García Marruz se convierta en un espacio donde lo sacro, en sus tantas variantes y noviazgos con lo profano, encuentre un hogar. Por desgracia, no siempre le prestamos al arte católico, y cristiano en general, la atención necesaria. Mientras recorría la muestra no pude hacer menos que transportarme a la Habana de los siglos XVII y XVIII, la villa de José Nicolás de Escalera y Juan del Río, pero en especial de Jerónimo Martínez Pinzón, autor de La Giraldilla, y otros artistas muy poco mencionados en la actualidad, como Francisco de Ballesteros y Juan de Brúcela, gestores de una escultura en bronce de santa Bárbara hoy perdida. La Historia del arte cubano haya uno de sus inicios justamente en la fundición.
Enhorabuena para ambos creadores por esta amistad fructífera, y también por la exposición, que recomiendo visitar escuchando la Misa cubana para la Virgen de la Caridad, de José María. A fin de cuentas, tal y como demuestran Silvia y Alejandro, bajo el manto de Cachita, síntesis de nuestro fervor más raigal, de nuestra identidad, y a pesar de diferencias, conflictos, carencias y ausencias, todos somos cubanos. Bajo su tutela vive la Patria.