El verdadero arte siempre es una luz
Dedicada al centenario del maestro Cintio Vitier se exhibe en la galería El reino de este mundo, de la Biblioteca Nacional José Martí, una muestra personal de Silvia R. Rivero que puede entenderse como nuevo peldaño ascendido en su aún incipiente carrera y una demostración de consolidación y de madurez creativa.
Por: Estrella Díaz
Nov/2021
Revista La Jiribilla
Dedicada al centenario del maestro Cintio Vitier se exhibe en la galería El reino de este mundo, de la Biblioteca Nacional José Martí, una muestra personal de Silvia R. Rivero que puede entenderse como nuevo peldaño ascendido en su aún incipiente carrera y una demostración de consolidación y de madurez creativa.
La galería, de alto puntal y amplísimas paredes, acoge 38 obras —de las cuales siete son retablos y 31 lienzos— en las que ella plasma todo un mundo onírico que se entremezcla con la naturaleza —uno de sus temas recurrentes— y, por supuesto, el hombre y la mujer en su justo centro. Pero Sueños en vilo, título de la exposición, tiene un extra, un añadido: la poesía flota de cuadro en cuadro, se mete en él, nos transporta a otros universos que nos regaló (y legó) Cintio Vitier en su penetrante y lúcida obra poética.
Moraima Clavijo, una autoridad en materia de artes visuales, curadora y museógrafa de la muestra, aseguró en las palabras del bello catálogo: “la irrealidad de sus composiciones, llenas de poesía y de sueños en el desaplique de criaturas que giran a su alrededor, mares que nos recuerdan que permanentemente flotamos, ángeles y mujeres que vuelan, la vegetación que invade los espacios, la música que hasta salpica de notas sus cuadros, celosa cuando no tiene el protagonismo absoluto”.
Con todos estos antecedentes, abordamos a Silvia, quien nos revela algunas claves para comprender mejor estos Sueños en vilo.
“Hay obras que han sido pintadas a partir de poemas específicos de Cintio y todas ellas están relacionadas en sus títulos. El título que da nombre a la exposición —Sueños en vilo— es el último verso de uno de los poemas seleccionados para representarlos.
“Quiero aclarar que no son ilustraciones, sino que son formas de interpretar su poesía. El proceso es el siguiente —siempre tratando de entender su espíritu— lo leo, lo asimilo y lo pinto: luego descubro los puntos de contacto y analizo si me desvié o si hice otra interpretación.
“Lo que he perseguido al trabajar la obra de Cintio es que me invadiera su espíritu al pintar. Esto ha tenido para mí una significación inmensa durante toda esta etapa de pandemia y de convulsión que ha habido en el mundo y en nuestro país especialmente. Hay muchas respuestas en su poesía que me sirvieron de asidero para encontrar el centro, para poder interpretar la realidad, para tomar una posición: fue muy ilustrador y orientador. Y muy incentivador para pintar.
“La pintura en estos dos años difíciles fue una forma de esperanza, de buscar dentro de la nada un asidero, una forma de ver una luz. Y el verdadero arte, siempre es una luz. Por mal que estuviéramos, todo lo que pinté en esta etapa, tuvo un halo de esperanza.
“La poesía flota de cuadro en cuadro, se mete en él, nos transporta a otros universos que nos regaló (y legó) Cintio Vitier en su penetrante y lúcida obra poética”.
“Por ejemplo, el cuadro que se llama ‘El fuego de las palabras’, está vinculado al significado que él le daba a las palabras, que era un significado casi personalizado, tenía un peso, o sea, el peso de las palabras. Lo que formulas con palabras, al leerlo se convierte en algo corpóreo, como algo que existe, real. A la obra le puse ‘El fuego de las palabras’ (acrílico sobre lienzo 100 x 70 cm), pero parte del poema de Cintio que se titula ‘Donde la brisa’(1988) y es su justificación de ¿por qué la poesía?”.
Porque tal es el rostro
del fracaso
que el espejo devuelve ciegamente
aún antes de llegar, dulce y demente,
el ultimo rescoldo del ocaso:
frente de la obsesión y de rechazo,
ojos que sólo vieron lo renuente,
nariz que impide el aire, boca ausente
en su amargo sabor: extraño vaso
a punto de volverse puro hueso:
porque tal es el fin, tal la ceniza
cuyo suave huracán todo lo arrasa,
dejar de letras quise un ramo grueso
que ardiera un poco más donde la brisa
orea la aridez, sonríe y pasa.
Silvia junto a Moraima Clavijo, “una autoridad en materia de artes visuales, curadora y museógrafa de la muestra”. Foto: De la autora
“Hay poemas de los años 60 y otros que nos revelan situaciones actuales. ‘En la balanza y la cruz’ (acrílico sobre, lienzo 100 x 80) en uno de sus fragmentos —es un poema muy largo— explica las cosas que están pasando actualmente y cómo tenemos que interpretarlas. La diversidad, la unidad, la tolerancia, la necesidad de diálogo: son voces que te ayudan a comprender muchas cosas”.
I
Todo signo sagrado es equívoco,
la espada llegó con la cruz
y la cruz muchas veces fue espada,
la espada y la cruz muchas veces se metamorfosearon
en balanza,
pero no en la balanza al servicio de la justicia
sino de la injusticia y de la maldad.
No la balanza del Ángel sino la del inmundo mercader
que trafica con las almas y los cuerpos
Multiplicas tu lenguaje pictórico porque vas mutando de la obra bidimensional hacia la escultura…
Me gusta mucho la obra sobre madera, y fui, tempranamente, explorando esa posibilidad. Comencé, incluso, haciéndolo sobre palmas reales por todo lo que significa y el simbolismo que posee. La palma es muy difícil de trabajar, pero sucede algo muy interesante: debido a la falta de humedad, cuando la sacas de Cuba, se quiebra y se convierte en una madera insegura. Tuve que dejar de pintar sobre ella, pero me encanta. Los retablos son hechos a partir de maderas antiguas, de muebles rotos, de puertas que fueron cambiadas o desechadas. Además, las maderas antiguas son las únicas que no se tuercen y ya llegan a mí como algo rescatado del tiempo y del olvido. Me gusta mucho que sea de esa manera porque traen consigo una historia anterior.
¿Cómo dominas la paleta?
No tengo mucha conciencia en relación con el color, es algo que no intelectualizo demasiado. La paleta con la que trabajo es sobre los ocres, los naranjas quemados, los azules no intensos —son azules grisáceos—, los verdes. Sin embargo, cuando se unen dan unos tonos tremendos. No uso colores brillantes, pero en conjunto todo se vuelve muy colorido. Es un misterio para mí.
“Las maderas antiguas son las únicas que no se tuercen y ya llegan a mí como algo rescatado del tiempo y del olvido”.
¿Cuánto de música hay en la obra de Silvia?
Si te lo digo en porciento, creo que un 90 o más. La música está tan presente, sobre todo, porque es la música en vivo: tengo el privilegio de poder pintar mientas José María Vitier (destacado compositor y pianista) está creando, no solo tocando, no solo estudiando, sino empiezo a escuchar obras que no existían y son músicas que comienzan a nacer. Es algo mágico.
Y la creación se pega, tenemos como un intercambio que es permanente, una aportación visceral. Puedo identificar qué estaba tocando José María en cada cuadro, porque todo tiene que ver. Si está abordando una obra con tintes barrocos, eso se siente en la pintura, y si es romántica, igual. Y hasta en la instrumentación: creo que uno puede ir descubriendo en la pintura cómo se va metiendo el embrujo de la creación musical dentro de la creación pictórica. Pero, creo que si le preguntas a José María te va a decir lo contrario, y es que constantemente le estoy pregunta a él y él a mí, y nos vamos influyendo mutuamente sin palabras: influyendo con la vista y con el oído.
¿Cintio para ti?
Un padre, ¡un padre asombroso! y un guía espiritual: es donde están las respuestas ante las dudas, del camino que debemos tomar, porque Cintio es poseedor de un pensamiento de una gran pureza, además de una profundidad y una riqueza inmensas: Cintio fue tan verdadero como tan consecuente en su vida.
Cintio nos trae a Martí todos los días, en su poesía, en sus ensayos, en su narrativa y, sobre todo, en su vida y en su ética. Para Cintio esta Biblioteca —además de un símbolo— fue su casa, porque este fue el lugar que lo acogió cuando no fue entendido y cuando fue rechazado. Este fue su refugio, ¡y qué refugio! Pocas veces uno logra algo tan consistente.
“Lo que he perseguido al trabajar la obra de Cintio es que me invadiera su espíritu al pintar”. Foto: Cortesía de la artista
Esta exposición la hemos tratado con la mayor excelencia porque hace falta en estos momentos. La excelencia es lo que te da esperanza y uno no puede vivir sin esperanzas, sin ilusiones: estamos ansiosos de esperanzas.
Llegado el momento de concluir esta conversación con la artista, quisiera apuntar un poema que Cintio le regaló hace ya muchos años y que ahora da la bienvenida al visitante que acude a la galería El reino de este mundo. Se titula “Silvia”.
Un pequeño reino se llama Silvia,
llega, se establece,
destella en verde puro,
la lumbre que la mama la corona,
sonríe con los labios apretados
como imperiosa niña.
Lo que quiere lo obtiene sin demora
porque es la luz.
a su alrededor hay música
para servirla.
Hizo una Casa y un Jardín.
Desde el ceño a su risa hay una distancia
que va de la nube al pájaro
fulgurando en la fronda,
justiciero pájaro
finalmente libre en el cuidado del amor.
Está donde nacemos y donde
no vamos a morir.
Este pequeño reino que se llama Silvia.